Como he dicho siempre, la preparación física es una ciencia. En eso nos debemos basar para tener una buena base sobre la que tomar decisiones.
Para diseñar las sesiones de trabajo, la experiencia y el “ojo del preparador” sí que tienen importancia.
Un deportista, alto rendimiento o amateur, es un “ente” multifactorial. No es un sistema biológico pasivo ni una máquina. Conocer cómo es el deportista, su estado de ánimo, las cosas que le hacen disfrutar…y muchos más factores, determinarán que los objetivos se cumplan de la mejor manera posible y con niveles elevados de motivación.
No hay que olvidar que lo que funciona con un deportista, no tiene porqué funcionar para el resto.
La individualización es fundamental.
A la hora de desarrollar una planificación para la mejora de cualquier objetivo, hay unas acciones que se deben tener muy claras para trabajar de manera correcta.
- Definición de objetivos: debemos tener claro qué es lo que se busca obtener de las sesiones y la planificación sobre las que trabajaremos con el deportista.
- Seleccionar contenidos: ¿qué ejercicios utilizaremos para obtener ese fin? ¿sobre qué nivel de aproximación debemos trabajar? Debemos diseñar una hoja con los ejercicios y elementos con los que trabajaremos, con sus respectivas progresiones, regresiones y ajustes para cada sujeto.
- Medios: ¿dónde? Centro de preparación física, pista, campo propio de juego…
- Elegir método: aspecto más teórico. Definir la manera de trabajar esa capacidad física definida en el objetivo. Ordena los puntos anteriores.
Realmente, con la cantidad de competiciones y lo rápido que va todo…y en función del estado del deportista, es el que menos me gusta tener cerrado.
Para trabajar según qué capacidades, el deportista debe tener una predisposición sobre la que no se puede incidir…¿cómo nos llega de casa? ¿Cómo se encuentra?
- Determinar las cargas de trabajo: volumen, intensidad…
De todo estos elementos y de su combinación, debemos ser capaces de diseñar tareas que nos permitan obtener el objetivo de la manera más eficiente, ya sea mejora de capacidades como prevención de lesiones…y algo muy importante, que el deportista disfrute durante el proceso.
No debemos tratar cada elemento como algo independiente…en la preparación física, 1+1 no son 2; el todo es mucho más que la suma de sus partes.
Si tratamos con niños, cada sesión debe ser una sorpresa para ellos…deben pensar: ¿qué me tendrá este loco preparado?
Todos estos elementos son fundamentales, pero sin motivación, será muy difícil extraer el máximo potencial de un sujeto…incluso cuando tratamos con deportistas profesionales, donde la presión es muy elevada.